- Me imagino contigo a mi lado
- Sintiendo la arena
- pegada a nuestros suspiros
- El sol, las gaviotas, la brisa
- nos acompañan silenciosos
- en los veranos sin nombres
- Los lunares en tu piel
- iluminan el atardecer
- cuando las olas cristalinas
- bañan tus pies con olor a sal
- Hoy, en los años que
- descansan en mi pecho
- se desvanecen las miradas
- que envolvían los amores
- cubiertos de tardes frescas
- Se durmieron los crepúsculos
- rasgando en el silencio
- las sabanas de los recuerdos
Mes: noviembre 2016
Reminiscencia
- Los recuerdos los escondo
- en lo más recóndito
- de mis frágiles venas
- Se fueron presurosos
- por la puerta de enfrente
- Regresaron por las ventanas
- traídos por la memoria
- conservando su fidelidad
- Vestidos con el color de la vida
- su música clamará
- por los viejos tiempos idos
- En el silencio de la noche
- llorarán entristecidos
- derrumbando la nostalgia
- Cualquier día necesitamos
- acariciar las canas
- para alimentar en la piel
- lo que nos hizo sonreír, gozar
- y lo escondimos presurosos
- como una perla invaluable
- en los sueños moribundos
Prisionero
El perfume de tu cuerpo
viene con la brisa
que aspiro en la mañana
Tu mirada se refleja
en las gotas de rocío
que cae en alguna parte
Eres como el éter
esparcido en mí entorno
sin dejar mi corazón libre
Necesito de ti
Necesito saber que estás a mi lado
para disfrutar de la noche callada
No podría tener un sueño tranquilo
si mi mano no toca tu frente húmeda
El sonido acompasado de tu corazón
lo tengo que tener en mi oído
como la melodía que adormecerá
el frío del invierno crudo
Espero que me regales un beso
en el silencio del otoño
Aplacará la hilera de emociones
contenida en un vaso de tiempo
Necesito despertarme en tus ojos
con la bruma que cubre mi rostro
Haré de cuenta que es un sueño
sin necesidad de despertar
Dos poemas
I
Miré tus ojos
Besé tus labios
No bebas agua
Se perderá mi beso
II
No teníamos secretos
Pisamos la misma huella
Conectamos los sueños
Te fuiste con la aurora
Me fundí en mis sombras
La mano del pescador (Cuento)
En San Andrés, pueblo de pescadores al sur de Lima, un joven de 26 años, dedicado a la pesca, se casaba ilusionado con la chica de 22 que ayudaba a su mamá en la venta de pescado en la orilla de la playa. Se habían enamorado desde pequeños y la boda fue todo un acontecimiento.
Con la juventud a cuesta, vivieron su luna de miel intensa hasta que le tocó a él regresar a su trabajo. Salió muy avanzada la noche a la pesca del pejerrey (pez pequeño, alargado). En esa época, se acostumbraba utilizar dinamita. Había que tener precisión para hacerla explotar al ras del agua y el pescado flotaba por aturdimiento. Método fácil y productivo pero prohibido por ser altamente peligro. En esa oportunidad, fue designado a lanzar el artefacto pero con tan mala suerte que le explotó cerca de su mano arrancándola. Inmediatamente los compañeros, sacaron la mano del agua y la pusieron en hielo seco. Regresaron al pueblo directo al hospital. Lamentablemente murió a la semana. La desconsolada viuda joven, quiso quedarse con la mano congelada la cual la guardó en una pequeña urna en el closet de su cuarto, cambiando el hielo continuamente en forma religiosa.
Pasaron dos años y tuvo otro pretendiente. Después de algunos intentos, por fin fueron a la habitación de ella. En el fragor de la pasión, él se quitó la ropa y, al ir a dejarla en el closet, apenas abrió la puerta, la mano se prendió de su cuello dejándolo muerto en un instante.
Pelegrino
- Si voy a escribir en las paredes
- es porque no tengo
- ni lápiz ni papel a la mano
- Tampoco tengo camino
- Las cuerdas de la oscuridad
- ocultaron las señales
- Escucho el silencio a mí alrededor
- hasta cuando cae en mi cabeza
- Mis pasos resuenan en las sombras
- No tienen rumbo concebido
- Solo escucho quedamente
- su eco debajo de la tierra
- Seré peregrino errante
- persiguiendo las palabras
- que se derriten en el aire
- No tengo opción inmediata
- En algún lugar me quedaré
- para reposar mi destino
- muy lejos de la soledad
Tiempo congelado
- La honda soledad no niega tu presencia
- a pesar de que se ve a la distancia
- una luna con manchas en sus bordes
- Aún teniendo humedad las estrellas
- floreces en mi jardín de noche joven
- extendiendo tus pétalos en mi ilusión
- de poseerte como una rosa eterna
- Ningún vocablo cubrirá este amor
- que llena de fuego los sueños vividos
- Con tu sonrisa resplandeciente
- extinguiré mis penurias escondidas
- hasta olvidarme de que existo
- El espacio se llena de silencio
- al escuchar en secreto en mis venas
- como corre tu querer por dentro
- Mi alma espera quemarse
- cuando las llamas de tu amor alcancen
- mis descontrolados deseos
- Las horas se han congelado
- al tocar el tiempo que flota
- la pintura de tu rostro adormecido
- Tu suspiro habitará en mi interior
- por los años que nos faltan por vivir
Amar tu amor
- La luna iluminaba mi lecho
- irradiando su luz blanquecina
- en todo tu cuerpo frágil
- Tengo tu noche en mis venas
- y soy dueño de tus silencios
- Te había esperado impaciente
- despejando el sueño
- colado en mi almohada
- Respiro profundo
- para aquietar mi ansiedad
- Llegaste en tus alas livianas
- en un vuelo armonioso
- disipando las nubes espesas
- Me acercaré a tus suspiros
- sin despertar tu luz
- Amaré tus pasos
- cuando su música
- llegue a mi corazón
- Amaré tu amor
- en el fuego de los espejos rotos
- Por eso escribo poesías
Luz de mi vida
- El manto de la noche
- cubre mis pensamientos
- Soy dueño absoluto
- de tu respiración en mi boca
- Estiro mis caricias
- para apreciar tu sueño
- A lo lejos escucho soplar el viento
- en la ciudad dormida
- El silencio inquieta a las nubes
- que quieren esconder la luna
- Mi alma ya no camina sola
- desde que nuestras huellas
- se fundieron en una sola pisada
- Las sombras huyen
- al crepúsculo del alba
- sin poder deshacer
- los pliegues hecho amor
- Sigo con mi piel
- pegada a tus huesos
- hasta que el pájaro invisible
- deje de trinar mis oídos
- y la lámpara de tu vida
- no de más luz a la mía